Madrid, Biblioteca Nueva, 2005, 274 págs. (ISBN 84-9742-338-0).

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Este estudio pretende sintetizar de manera asequible a cualquier lector la disputa literaria que se produjo entre Miguel de Cervantes y Avellaneda, autor del Quijote apócrifo: Jerónimo de Pasamonte, un soldado aragonés que participó junto a Cervantes en la batalla de Lepanto, publicó una autobiografía (Vida y trabajos de Jerónimo de Pasamonte) en la que se apropió del comportamiento heroico de Cervantes en Lepanto. Tras leer el manuscrito de la Vida y trabajos de Pasamonte, Cervantes lo satirizó en la primera parte del Quijote a través del galeote Ginés de Pasamonte, y realizó además una imitación meliorativa de su autobiografía al componer la Novela del capitán cautivo, también inserta en la primera parte del Quijote. Como respuesta a quien le había agraviado e imitado, Pasamonte escribió el Quijote apócrifo, firmándolo con el nombre falso de Alonso Fernández de Avellaneda, y lo hizo correr en manuscritos.
Cervantes leyó el manuscrito de Avellaneda y realizó continuas alusiones conjuntas a dicho manuscrito y al de la Vida y trabajos de Pasamonte, dando así a entender que pertenecían al mismo autor, en varias de sus obras escritas entre 1611 y 1613, como el entremés de La guardia cuidadosa, las novelas ejemplares El licenciado Vidriera y El coloquio de los perros, y el Viaje del Parnaso, lo que demuestra que Cervantes conoció el manuscrito del Quijote apócrifo antes de comenzar a escribir la verdadera segunda parte de su Quijote.
Pero fue en esta última obra en la que dio una respuesta más contundente a Avellaneda, ya que Cervantes, desde el primer capítulo hasta el último de la segunda parte de su Quijote, imitó de forma satírica y correctiva la obra de Avellaneda (y el libro apócrifo cuando fue publicado), indicó de manera inequívoca que este era aragonés y sugirió su verdadera identidad a través de dos personajes claramente relacionados con el Quijote apócrifo: el disfrazado maese Pedro (que dirige un retablo que es interrumpido violentamente por don Quijote, como el don Quijote de Avellaneda había interrumpido violentamente una representación en la obra apócrifa, y resulta ser finalmente Ginés dePasamonte, representación literaria de Jerónimo de Pasamonte), y don Jerónimo (que entrega el libro apócrifo al don Quijote cervantino reconociéndolo como el verdadero). A través de don Jerónimo y de Ginés de Pasamonte, Cervantes dejó indicados el nombre de pila y el apellido de su rival, Jerónimo de Pasamonte.